Un artículo que publica este mes la revista científica Gaceta Sanitaria muestra que los estudiantes que beben cerveza, vino o ambas bebidas de forma moderada tienen una mayor adherencia a la dieta mediterránea tradicional. El estudio se ha realizado con datos del estudio Dieta, Salud y Antropometría en población universitaria (DiSA) de la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche, en colaboración con el programa UMH Saludable. Esta investigación incluye una muestra de 1.098 estudiantes de Ciencias de la Salud de la UMH, de entre 17 y 35 años.
El estudio se ha llevado a cabo desde la Unidad de Epidemiología de la Nutrición de la UMH, liderada por el catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública, Jesús Vioque. La investigación ha puesto de manifiesto que los consumidores moderados de vino o cerveza tienen una mayor adherencia a la dieta mediterránea que los no consumidores de alcohol o que los consumidores que combinaban todo tipo de bebidas alcohólicas. Los no bebedores de alcohol indicaron un consumo diario significativamente menor de pescado y mayor de carne, mientras que los bebedores de todo tipo de alcohol presentaron un menor consumo de fruta y verdura y el doble consumo de carne en comparación con los bebedores moderados de vino o cerveza.
Los participantes en este estudio respondieron a preguntas sobre su ingesta de alcohol, su dieta y sobre estilos de vida. Los resultados mostraron que un 18,9% de los participantes tomaban solo vino o cerveza de forma moderada, un 19,5% no bebía alcohol y un 61,6% tomaba todo tipo de bebidas alcohólicas, incluidas las de alta graduación. La media de consumo de alcohol fue de 4,3 gramos por día, un consumo que puede considerarse entre bajo y moderado, ya que es inferior al de 11,8 gramos por día estimado en la Encuesta Nacional de Salud para adultos jóvenes de la misma edad que se realizó entre 2011 y 2012.
Los autores indican en este estudio que entre los atributos y en las recomendaciones de la dieta mediterránea se encuentra el consumo diario moderado de alcohol, especialmente de vino tinto y, a ser posible, en las comidas. Sin embargo, los propios autores reconocían en su trabajo la controversia existente en la comunidad científica internacional a la hora de recomendar o no el consumo de alcohol aunque sea de forma moderada, dado los efectos negativos que puede tener un consumo excesivo. En cualquier caso, los resultados de este estudio ponen de manifiesto la necesidad de estudiar conjuntamente la dieta a la hora de analizar los efectos del alcohol, dada la estrecha relación entre ambos.